Y en el corazón de la calle Arimon, se encuentra un claro ejemplo de ello: uno de los áticos más fascinantes que hemos tenido el privilegio de conocer en HEST. Con techos altos, abundante luz natural y una armonía serena en cada rincón, este ático fue el refugio de una joven pareja de arquitectos, Mengibar Blanco Studio, cuyo concepto de vida fusiona la familia y el trabajo en un solo espacio lleno de vida.
Este hogar no era solo un lugar físico, sino una extensión de su filosofía de vida: un diseño que abrazaba la luz, la amplitud y la apertura, donde el trabajo y el descanso convivían en perfecta sintonía. Cada rincón, cada detalle estaba pensado para que, más allá de ser funcional, este espacio fuera un reflejo tangible de sus propios valores y sueños. Sin embargo, cuando decidieron que era hora de ampliar su familia y sus proyectos, se dieron cuenta de que necesitaban un nuevo hogar, uno que se ajustara a las nuevas necesidades de sus vidas.

El ático, con su atmósfera serena y sus acabados impecables, atrajo la mirada de una pareja extranjera que, al verlo, sintió que el destino les había guiado hasta allí. Desde el primer instante, fue amor a primera vista. Ellos también buscaban un lugar donde pudieran vivir, trabajar y soñar, y este ático les ofrecía justo lo que necesitaban: un espacio lleno de posibilidades, donde su propia historia podría comenzar a escribirse.
Lo que hace único a este hogar es que, más allá de su diseño funcional y la perfecta fusión de lo moderno con lo acogedor, cada detalle fue cuidadosamente pensado por arquitectos que dejaron en él una huella imborrable. Este ático no era solo una vivienda; era un lugar impregnado de pasión, dedicación y creatividad. Para la nueva pareja, no solo representaba un hogar, sino un nuevo capítulo de su vida, nuevas experiencias, risas y, sobre todo, un espacio donde seguir construyendo su propia historia.